Nuestro Colegio
Ideario

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En la Declaración universal de los Derechos Humanos se recoge el derecho a la educación1. La Iglesia lo defiende cuando establece, en  el Concilio Vaticano II, que “todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, por poseer la dignidad de persona, tienen derecho inalienable a una educación”2, y la Constitución española reconoce este mismo derecho3 y la “libertad de enseñanza”4.

Por otra parte, la legislación española reconoce a los titulares  de  Centros privados la capacidad de establecer, dentro del respeto a los principios de la Constitución, su carácter propio5. Este derecho –según sentencia del Tribunal Constitucional–, equivale a la posibilidad de dotar a estos Centros de un carácter u orientación propios6, que no se limita a aspectos morales y religiosos, sino que puede extenderse con “virtualidad limitante” a otros aspectos de contenido organizativo y pedagógico7

En este contexto, los agustinos y agustinas de España presentan el documento que recoge el carácter propio de sus  Centros  educativos,  inspirado en el humanismo cristiano, el rico pensamiento de san Agustín y en una tradición pedagógica plurisecular.

Es innegable que “el elemento primordial de toda educación es la concepción de la persona que se pretende formar y que subyace a todo Proyecto Educativo”8. La Iglesia “entiende que la calidad de su enseñanza está vinculada a la visión cristiana del hombre y del mundo, que le aporta la fe, y que está presente en todo el quehacer educativo del colegio, de tal manera que el alumno adquiera una verdadera síntesis de fe, cultura y vida”9.

image1 (2)Históricamente, la aportación de san Agustín a la concepción cristiana  de la persona ha sido extraordinaria y de una singular relevancia en la vida cultural. Su itinerario intelectual y espiritual constituye un modelo válido  también hoy en la relación entre fe y razón, tema esencial no sólo para los creyentes, sino también para quienes buscan la verdad. “Estas dos dimensiones, fe y razón, no deben separarse ni contraponerse, sino que deben estar siempre unidas. Como escribió san Agustín tras su conversión, fe y razón son «las dos fuerzas que nos llevan a conocer» (Contra los académicos,   III, 20,  43)10.  Las  numerosas  referencias  que  su  extensa  producción    escrita recogen sobre la persona humana, constituyen uno de los puntos de arranque de la oferta pedagógica contenida en este carácter propio.

San Agustín no reflexiona sobre un ser humano abstracto y desencarnado, sino que centra la mirada sobre sí mismo. Es entonces cuando desvela y narra la dramática experiencia de la búsqueda inquieta que ocupó su vida durante años. “Preguntaba a mi alma por qué estaba triste y por qué estaba tan confuso, y no sabía responderme nada11. Se ve como un gran abismo12, de capacidad insondable13, una tierra de difícil cultivo y de excesivo sudor para sí mismo14, inestablemente movedizo como un mar15. A pesar de su debilidad radical, tiene hambre de Dios: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti16. El proyecto humano pleno y total  desemboca en Dios17.

Se dice que la antropología agustiniana es religiosa porque san Agustín no sabe hablar de la persona sin hablar al mismo tiempo de Dios, “fin último del hombre”18. “Quien de veras busca su propia identidad, su formación integral, busca a Dios y quien de veras busca a Dios se encuentra a sí mismo19. Esta conmovedora búsqueda, sólo admite un camino:  la interioridad, que es uno de los puntos centrales para comprender el pensamiento agustiniano. Hay un espacio interior donde habita la verdad20 y hay un “ojo del corazón21 que equivale a  percibir  afectuosamente  la  realidad. Nunca la verdad será una conquista  puramente intelectual porque  “no se entra en la verdad sino por el amor22. El ser humano se mueve por amor y desde el amor, porque el amor es el peso del ama: “Mi amor es mi peso; él me lleva adonde soy llevado23. El amor cambia la vida24 y “sólo quien ama a Dios sabe amarse a sí mismo25.

Nos declaramos colegios católicos y ofrecemos un estilo agustiniano de entender la educación, para que, cuantos se interesen en ella, unidos a nosotros, la hagamos realidad viva y operante. Estamos convencidos de que  “el  Evangelio  con  su  fuerza  y  su  vitalidad  responde  a  los  problemas fundamentales del hombre y contribuye a la articulación de la personalidad en su proceso de maduración”26.

A los padres y madres de familia, de una manera especial y con el máximo respeto a sus deberes y responsabilidades; a los profesores y profesoras, alumnos y alumnas, personal no docente, personal de administración y servicios y a todos los colaboradores que trabajan con nosotros, presentamos y ofrecemos este nuestro estilo de educación, nuestro carácter propio.

1 Declaración universal de los Derechos Humanos, art. 26 (10/12/1948) y Declaración de los derechos del niño, art. 7(20/11/1959),  aprobadas ambas por la ONU.

2 GE, 1.

3 Constitución española de 27 de diciembre  1978, art. 27.1

4 Id.

5 LOE, art. 115, 1.

6 Sentencia 5/1981 de 13 de febrero.

7 Sentencia  1985, II, 7º, 8º.

8 La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI, nº 22 (CEE, 27/4/2007).

9 GS, 41.

10 Cfr. Benedicto XVI, Audiencia general del miércoles 30 de enero de 2008.

11 Confesiones  IV, 4, 9.

12 Confesiones  IV, 14, 22.

13 Sermón  43, 3; Carta 130, 17.

14 Confesiones X, 16, 25.

15 Confesiones XIII, 20, 28.

16 Confesiones  I, 1, 1.

17 Cfr. Tratados obre el Evangelio de San Juan 14, 5.

18 GS, 41.

19 La escuela católica, o. c. n. 39.

20 Cfr. La verdadera religión 39, 72.

21 El Sermón de la Montaña 2, 22, 76.

22  Réplica a Fausto el maniqueo 32, 18.

23 Confesiones XIII, 9,10.

24 Sermón  313 A, 2-3.

25 Las costumbres de la Iglesia y las de los maniqueos I, 26, 48; Carta 155, 15.

Principios Generales


image1Nuestra oferta educativa se desarrolla a partir de los siguientes principios:

  • “El niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria, al menos, en las etapas fundamentales, que favorezca su cultura general y le permita desarrollar en igualdad de oportunidades sus aptitudes, su juicio individual y su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil a la sociedad”27.
  • “Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar la prole y, por tanto, hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos28. “Es necesario que los padres, cuya primera e intransferible obligación y derecho es educar a los hijos, gocen de absoluta libertad en la elección de las escuelas”29 .
  • “El derecho a la libertad de enseñanza implica la obligación de los Estados miembros de hacer posible el ejercicio práctico de este derecho, incluso en el aspecto económico, y de conceder a los Centros las subvenciones públicas necesarias para el ejercicio de su misión y el cumplimiento de sus obligaciones en condiciones iguales a las que disfrutan los correspondientes Centros públicos, sin discriminación respecto a las Entidades titulares, los padres, los alumnos o el personal”30.
  • “La presencia de la Iglesia en el campo escolar se manifiesta especialmente por la escuela católica…Su nota distintiva es crear un ambiente de la  comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y de caridad, ayudar a los adolescentes para que en el desarrollo de la propia persona crezcan a un tiempo según la nueva criatura que han sido hechos por el bautismo, y ordenar, finalmente, toda la cultura humana según el mensaje de la salvación, de suerte que quede iluminado por la fe el conocimiento que los alumnos van adquiriendo del mundo, de la vida y del hombre”31.
  • “El proyecto de la escuela católica sólo es convincente si es realizado por personas profundamente motivadas, en cuanto testigos de un encuentro vivo con Cristo, en el que ‘el misterio del hombre solo se esclarece’32. Personas que se reconocen, por tanto, en la adhesión personal y comunitaria al Señor, asumiéndolo como fundamento y referencia constante de la relación interpersonal y de la colaboración recíproca entre educador y educando”33.
  • Cada día es más numerosa la presencia de profesores laicos compartiendo el ejercicio de la corresponsabilidad directiva en nuestros centros. “Es esperanzador y una realidad constatable la eficacia con que están asumiendo los profesores laicos el proyecto  educativo de la escuela católica. Se han  hecho muchos esfuerzos por formar, proporcionando medios para que el profesorado laico asuma el carisma o el ideario de la institución religiosa correspondiente, como agentes responsables de su proyecto educativo. Las Entidades titulares y las organizaciones que las agrupan han de continuar e incrementar los esfuerzos respecto a la formación en la propia identidad de todos los agentes educativos de los centros”34.

26 “La Escuela Católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI” (Documento aprobado por la LXXXIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (Madrid, 27 de abril de 2007), n. 2.

27 Derechos del niño, 7. ONU, 1959.

28 GE, 3.

29 Ibíd., 6.

30 Resolución LUSTER sobre la libertad de enseñanza, Parlamento Europeo 14 de marzo de 1984.

31 GE, 8.

32 Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 22.

33Educar juntos en la escuela católica. Misión compartida de personas consagradas y fieles laicos, n. 4, CEC,  Roma 2007.

34 “La Escuela Católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI”, n. 13.

Identidad de un Centro Educativo Agustiniano

identidadagustinianaLa familia agustiniana tiene una larga historia educativa y ha desarrollado su actividad en los más diversos ámbitos sociales. Su espíritu y estilo de educar siguen vivos y sintonizan con la sociedad actual y las demandas del  mundo contemporáneo.

Las dos dimensiones del ser humano, según san Agustín, en relación dialéctica de complementariedad, son:

Personal: En inquieta búsqueda de la verdad, por el camino de la interioridad, para llegar a la trascendencia. Vuelve a tu corazón y desde él asciende a tu Dios. Si vuelves a tu corazón, vuelves a Dios desde un lugar cercano35.

Comunitaria: Que se concreta progresivamente en solidaridad-amor- fraternidad, porque “necesitamos de los demás para ser nosotros mismos36

Así pues, el Centro escolar agustiniano se caracteriza por:

Un progresivo aprendizaje que conduce al conocimiento siempre creciente de toda la realidad, especialmente del hombre y de Dios.

Una sincera y noble apertura a todos los seres humanos para construir una sociedad más fraterna y solidaria.

Las dos dimensiones de la antropología agustiniana presuponen las siguientes actitudes:

    • Valoración positiva como persona, para que cada alumno y alumna emprenda con honestidad el camino de la propia realización: “no andes mirando qué tienes, sino quién eres37 – recuerda san Agustín –, y aceptación esperanzada de uno mismo como principio de superación: “Acepta tu imperfección, es el primer paso para lograr tu perfección38.
    • Capacidad de diálogo y aceptación mutua en un ambiente de libertad.
    • Cultivo del espíritu crítico como garantía de libertad frente a las opciones totalizadoras de la ciencia, de las ideologías o de la vida.
    • Voluntad de adaptación a los tiempos y de sensibilidad a los problemas de los demás.
    • Clima de cercanía y amistad que favorece el respeto a la persona en su ámbito concreto, abierta siempre a lo comunitario.
    • Vida de fe en Jesucristo, con el que se vive una singular historia de amistad.
    • Testimonio de la propia vida como base de toda pedagogía humana y cristiana.

La vida se nos ofrece como don y tarea apasionante de llegar a ser persona. Se trata, por tanto, de un proyecto que va más allá de la adquisición de una cultura y unas habilidades: “La ciencia debe emplearse como el andamiaje que ayuda a construir el edificio de la caridad, que permanece siempre, también cuando desaparece la ciencia39.

35 Sermón 311,13-14

36 Comentarios a los Salmos  125, 13.

37 Sermón 127, 3.

38 Sermón 142,10.

39 Cfr. Carta 55, 21, 39.